dijous, de desembre 30, 2004

una tarde de sol

Que pena no ser ave de paso ni derrota de carta marina
que dulce ser el trapo blanco henchido al viento del velero que alegre se encabrita.
Que lento ser ciprés viviendo erguido al cielo y saber que todo en este mundo necesita su tiempo.
Que pena no ser ave de paso ni proa que acuchilla siete mares
O relumbre del zarcillo de bella muchacha que descalza baila por los parques
Busco en el ruido de las plazas
busco en las calles de ciudades que ya no conozco
busco el aroma de mujeres que pasan a sus cosas, a su lucha, a la tarea que les toca.
Guardo una tarde de sol
una tarde de sol por si hace falta
ese es un tesoro que nadie podrá arrebatarme
guardo la mirada risueña de alguna muchacha
guardo en un bolsillo el color de la piel de una naranja.
Mejor pluma del ala de un perro que pasar los días esperando
ahumar el avispero de la mente, que se dispersen la desidia con sus sombras.
Que pena no ser ave de paso o arrecife sobre barra de corales
al alba pálida ave de paso que flota sobre espumosos mares
o destello de un pez de hoja de lata flor de aguaque reluce y baila en los estanques.
Te busco entre la gente de las plazas.
Te busco en las calles de ciudades que ya no recuerdas
Te busco en el perfume de mujeres que pasan, en los silencios que crecen cuando ellas no hablan.
Te guardo una tarde de sol por si la quieres.
Ese es un tesoro que nadie podrá arrebatarte.
Te guardo una mirada risueña que nada pretende.
Te guardo en un bolsillo el calor de mi piel por si vinieses.

Manolo Garcia, Para que no se duerman mis sentidos